Un estudio llevado a cabo en Colorado estudia las aneuploidías en la formación de blastocistos.
Conocer a fondo el embrión es fundamental para lograr con éxito un embarazo en un proceso de fecundación in vitro. Hay que elegir el mejor de ellos para lograr un éxito seguro de implantación. Normalmente, en este estudio exhaustivo del embrión se analizan factores como la morfología del mismo, el tamaño celular, la multinucleación y la tasa de fragmentación.
Para una FIV exitosa, por tanto, es necesario conocer la relación que existe entre la morfología del blastocisto, las anomalías cromosómicas y el género embrionario y esta relación es la que ha estudiado el Centro de Medicina Reproductiva de Colorado, un estudio que se ha publicado en la revista Fertility and Esterility.
No obstante, aún y con todo eso, en ocasiones embriones con buena morfología no logran el embarazo y sin embargo, otros dudosos si consiguen una buena implantación. En estos casos, el origen de este fallo se sitúa en las aneuploidías o anomalías cromosómicas numéricas.
En el estudio realizado en Colorado se analizaron los procesos FIV de 93 pacientes cuyos requisitos fueron: que estuvieran en edad reproductiva avanzada (entre los 31 y los 47 años), que hubieran sufrido fallos previos en esta técnica de reproducción asistida o abortos y se les realizó un cribado cromosómico.
Las pruebas realizadas para el estudio se basaron en la biopsia de 500 embriones que se vitrificaron, se analizaron cromosómicamente y se transfirieron a la mujer los embriones euploides. Los embriones estudiados se llevaron al estadio de blastocisto atendiendo a la siguiente clasificación: blastocisto expandido, blastocisto temprano, blastocisto, blastocisto completo, blastocisto realizando el hatching y blastocisto hatching.
En una segunda valoración se observó la masa celular interna y las células trofoectodermo. A continuación, se analizaron en el microscopio de fluorescencia.
Los resultados observaron que el 56’7% de los blastocistos eran considerados normales cromosómicamente (283 de 500) y el resto de ellos eran aneuploides pero se detectaron hasta 450 anomalías diferentes.
Las aneuploidías no se vieron influenciadas por el género aunque sí con la edad materna (especialmente afectado el cromosoma 21) y con la ICM. Éstas son, por tanto, compatibles con la formación de blastocistos aunque su desarrollo es más lento.
Como conclusión, cabe destacar que el análisis de la morfología del embrión no puede asegurar al 100% la transferencia de embriones considerados cromosómicamente normales.
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