Por un lado, el test de Apgar se basa en la evaluación del tono muscular, la frecuencia cardíaca, la respiración, los reflejos y la apariencia de la piel para analizar la vitalidad neonatal. Si la puntuación de Apgar está entre 7-10 puntos, entonces el bebé está fuera de peligro. En cambio, si la puntuación de Apgar es inferior a 4, el neonato estaría en situación de emergencia.
Por otro lado, el test de Silverman y Anderson se basa en el estudio de los movimientos toraco-abdominales, tiraje intercostal, retracción xifoidea, aleteo nasal y quejido respiratorio para analizar la dificultad respiratoria. A diferencia de lo que ocurre en la prueba de Apgar, cuanto menos puntuación se consiga en el test de Silverman, mejor será el pronóstico. Por ejemplo, si la puntuación de Silverman está entre 7-10 significa que el bebé tiene dificultad respiratoria severa.