La ligadura de trompas es un método anticonceptivo definitivo que consiste en ligar, cortar o bloquear las trompas de Falopio para evitar el embarazo de forma permanente. En los últimos años, la recomendación en pacientes que desean ser sometidas a esta intervención, es extirpar las dos trompas en su totalidad, ya que de esta forma, además del efecto contraconceptivo, podríamos estar disminuyendo el riesgo de cáncer de ovario en un futuro.
En caso de haberse sometido a este procedimiento y desear un embarazo la mejor opción para conseguirlo será recurrir a la fecundación in vitro.
Otra posible opción sería intentar reparar la trompa mediante una intervención denominada reanastomosis tubárica. Esta operación consiste en unir nuevamente los extremos cortados de la trompa mediante microsuturas. De este modo se pretende que recuperen la permeabilidad y que óvulos y espermatozoides puedan viajar a través de ellas. Sin embargo, se debe tener en cuenta que esta es una intervención compleja y con tasas de éxito muy variables. Sólo se podría considerar en pacientes jóvenes en las que quede una longitud de trompa de Falopio mayor de 4cm (algo cada vez más infrecuente dado que como ya hemos comentado, en los últimos tiempos se recomienda extirpar la trompa completa).
La fecundación in vitro, por el contrario, será apta para todas las pacientes, independientemente de cómo se haya realizado la ligadura tubárica, del tiempo que haya pasado y de la edad de la paciente (sin olvidar que este último factor afecta a la tasa de éxito de la FIV por su relación con la calidad ovocitaria). En la fecundación in vitro, al producirse la unión de óvulo y espermatozoide en el laboratorio, la trompa de Falopio no es en absoluto necesaria, y el hecho de que esté presente o no, no afecta a la tasa de éxito de la técnica.