El cáncer de cérvix sigue siendo uno de los cánceres más frecuentes en la mujer a nivel mundial, produciéndose la mayoría de los fallecimientos (hasta el 90% de los mismos) en países con bajo nivel socioeconómico.
El cérvix es la parte más baja del útero y está compuesto por diferentes tipos de células: las que recubren el canal endocervical y las que recubren el cérvix en la zona intravaginal. Es en la frontera de estos dos epitelios, la llamada zona de transformación, donde se originan casi todos los carcinomas cervicales. Sin embargo, el cérvix puede ser invadido por otras lesiones cancerosas por invasión de tumores que tienen su origen en localizaciones próximas como la mucosa que reviste el útero, la vagina o recto, por ejemplo.
No obstante, el cáncer cervical primario, es decir, el cáncer que tiene su origen en el cérvix uterino es un tipo de cáncer que está asociado a la persistencia a largo plazo de una infección por uno de los 15 tipos de alto riesgo de virus del papiloma humano (acrónimo en español: VPH; acrónimo en inglés HPV).
El virus del papiloma humano se transmite con facilidad y se estima que hasta el 80% de las mujeres pueden contagiarse con uno de los tipos de VPH de alto riesgo. Sin embargo, también se sabe que no todas las mujeres que adquieren una infección de estas características desarrollarán un cáncer uterino ya que sólo en un caso de cada 10 la infección se convierte en permanente y acabará dando lugar al desarrollo de lesiones precancerosas, que, detectadas a tiempo, pueden ser tratadas y evitar la progresión de la enfermedad hasta el cáncer cervical.