Durante años, se utilizó la congelación lenta para la criopreservación de embriones. En la última década, la técnica de la vitrificación embrionaria ha ido reemplazando este método poco a poco. La vitrificación implica la congelación ultrarrápida, un método determinante para la criopreservación de ovocitos. Debido al alto contenido en agua de los óvulos, la congelación lenta hace que se formen cristales en el interior de los ovocitos, lo que empeora su calidad. La vitrificación, en cambio, mejora estos resultados tanto en embriones como en óvulos, además de que aumenta la tasa de supervivencia.
Todo método de congelación conlleva el riesgo de perder embriones en el camino, ya sea por el proceso mismo de descongelación, fallos en los tanques donde se conservan, tolerancia de los embriones a la congelación dependiendo de la edad de la paciente, otros factores relacionados o la propia pericia del embriólogo. En la actualidad, no se conocen desventajas relacionadas directamente con la técnica de la vitrificación en sí.