Si la embarazada y el bebé están estables, lo ideal sería esperar hasta la semana 37-38 de gestación para inducir el parto.
En caso contrario, si se detectara cualquier complicaciones gestacional adyacente al desprendimiento de la placenta como retraso en el crecimiento fetal, preeclampsia, alteración en la mujer, etc. entonces lo recomendable sería inducir el parto.
Si ocurriera esta situación entre la semana 23 y 34, se le administrará a la embarazada corticoides para ayudar a la maduración de los pulmones del bebé. Además, es recomendable que la mujer se mantenga en reposo absoluto.
Puedes leer el artículo completo en: ¿En qué consiste el desprendimiento de placenta y por qué ocurre? ( 450).
Puedes leer el artículo completo en: Semana 34 de embarazo: cambios en el bebé y en la madre ( 249).

Marta Barranquero Gómez
Graduada en Bioquímica y Ciencias Biomédicas por la Universidad de Valencia (UV) y especializada en Reproducción Asistida por la Universidad de Alcalá de Henares (UAH) en colaboración con Ginefiv y en Genética Clínica por la Universidad de Alcalá de Henares (UAH).
Número de colegiada: 3316-CV