El desarrollo científico y tecnológico al que hemos asistido en medicina reproductiva en los últimos tiempos ha generado estudios diagnósticos y tratamientos en ocasiones de alta complejidad, que han conseguido un indudable aumento de la probabilidad de obtener descendencia.
Sin embargo, pese a los grandes avances científicos, aún queda mucho por estudiar y descubrir. Ésta es la causa de que exista el llamado fallo de implantación. Este diagnóstico se reserva a aquellas parejas en las que, pese a haber realizado varias transferencias embrionarias de alta calidad, no se consigue el embarazo, sin causa aparente.
El estudio del fallo de implantación es uno de los más complejos en reproducción asistida, pues en principio no conocemos su causa y, por tanto, no tendremos un tratamiento específico. Es decir, dado que no sabemos exactamente cuál es el problema, no es posible realizar un tratamiento dirigido a él.
De esta forma, el fallo de implantación se ha convertido en un verdadero reto para investigadores y clínicos en medicina de la reproducción. De las diversas investigaciones han surgido distintas pruebas diagnósticas y se han sugerido diversos tratamientos. No obstante, dada la juventud de los mismos, en muchas ocasiones no es posible asegurar la efectividad de estos tratamientos. De hecho, muchos de ellos son aún discutidos por la comunidad científica internacional. No obstante, explicando todo ello y siendo aceptado por el paciente, estas terapias suelen utilizarse, pues son seguras y la alternativa (recordamos que van dirigidas a parejas que han tenido varios ciclos sin éxito) es no hacer nada nuevo.
Y así, es en este contexto donde aparece la inmunología reproductiva, que debe siempre ser evaluada en el contexto de un fallo de implantación, y cuyos conceptos aún se discuten en la actualidad.
Se han descrito muchas posibles alteraciones inmunológicas que podrían ser causa de no implantación embrionaria o incluso de abortos. De esta forma, se debe olvidar el concepto de "infertilidad inmunológica" que nos lleva a un tratamiento, sino que, en realidad, los problemas inmunitarios pueden ser muchos (de hecho, es más que probable que no se conozcan todos en su mayoría) y, por tanto, los tratamientos asociadas también serán diversos.
Una vez se obtiene el diagnóstico, existen algoritmos complejos que determinarán el mejor tratamiento para la paciente. Existen muchos fármacos que se han utilizado como inmunomoduladores (Intralipid, IVIG, Tracolimus, Prograf, hidroxicloroquina...). Es el médico de la paciente el que debe definir el tratamiento a utilizar y sus dosis concretas en cada caso.
Por último, cabe destacar que existen investigaciones que sugieren que la compatibilidad genética de la pareja es importante en el proceso del embarazo. La ausencia de la misma generaría problemas de implantación por causas inmunológicas sólo cuando dicha pareja se une para tener descendencia. Esto no ocurriría, por ejemplo, si las personas implicadas en la búsqueda de descendencia fueran otras o, por ejemplo, si se usaran donantes de gametos adecuados. Determinados tratamientos médicos pueden disminuir -que no hacer desaparecer-esta posible incompatibilidad, ayudando por tanto a mejorar la probabilidad de gestación.