Cuando una pareja afronta problemas de fertilidad, va a pasar por una situación inesperada que trunca su proyecto vital. Esto va a generar multitud de emociones como frustración, culpabilidad, irritabilidad, estrés, desgana... que pueden terminar dañando la relación de pareja.
Además, suele producirse una falta de comunicación porque, en ocasiones, se evita hablar del tema. De igual modo, las relaciones sexuales se ven afectadas, más programadas y con menor frecuencia, ya que es frecuente que se pierda su parte de placer y disfrute y se vean únicamente como medio reproductivo.
Por último, la pareja también puede aislarse de su entorno social, pero también dejar de hacer actividades de disfrute juntos, lo que supone la pérdida de un refuerzo positivo importante en la relación.
Por todo ello, hay que tratar de no caer en estas situaciones, así como acudir a terapia si la pareja lo considera necesario, para aprender a gestionar todas estas emociones.