Un embrión implantado fuera del útero no tiene posibilidades de sobrevivir, además de suponer un gran riesgo para la mujer gestante. En la mayoría de casos, el embarazo ectópico termina en un aborto natural, pero, si esto no ha sucedido en el momento del diagnóstico, la única opción es interrumpir el embarazo tan pronto como sea posible. El especialista valorará el caso y decidirá el mejor tratamiento: farmacológico o quirúrgico.
La causas del embarazo ectópico pueden ser varias, como por ejemplo, defectos congénitos, endometriosis, infecciones, tabaco, edad materna, etc.
El embarazo ectópico suele manifestarse a partir de la sexta semana de gestación con sangrado vaginal y dolor intenso en la parte baja del abdomen. El dolor también puede irradiar al hombro y se pueden producir mareos e incluso desmayos.
El diagnóstico se confirma con la realización de una ecografía transvaginal, además de con un análisis de sangre que determine el nivel de hCG. Esta hormona se produce casi con exclusividad en el tejido embrionario, y, por ello, es un excelente marcador bioquímico de que la mujer está embarazada, incluso si se trata de un embarazo ectópico.
