Cada vez es más frecuente realizar un control ecográfico y analítico de progesterona el día antes de transferir el embrión. La programación de la transferencia se basa en el aspecto del endometrio y el grosor endometrial el día de inicio de progesterona, si se trata de un ciclo sustituido, o de la administración de Ovitrelle, si se trata de un ciclo natural modificado. Tras la administración de la progesterona o la ovulación, el endometrio experimenta una serie de cambios, entrando en fase secretora, y cambiando su aspecto ecográfico, pasando de trilaminar a más ecogénico y homogéneo. Además, ocurre un fenómeno llamado compactación, por el que el endometrio se torna más denso y con menos volumen, lo que supone una reducción en el grosor del endometrial asociado a los cambios antes descritos.

Existen numerosas publicaciones en los últimos años, con estudios en torno a la relación entre el grado de compactación y las tasas de gestación. Todas asocian dicha compactación con el éxito de la implantación, aunque los estudios no son homogéneos y tienen resultados diferentes, lo que hace que no haya todavía consenso en torno al grado de compactación ideal. De ahí el interés de realizar una ecografía el día de antes.
Por otra parte, evaluar el nivel de progesterona en sangre antes de la transferencia o el mismo día de la transferencia es práctica habitual. La progesterona puede ser administrada por vía oral, en forma de óvulos vaginales o mediante inyecciones subcutáneas. En ocasiones, esos fármacos no logran conseguir la concentración de progesterona necesaria en sangre para que se lleve a cabo la implantación.
A día de hoy sabemos que un nivel de progesterona en sangre inadecuadamente bajo en el día de la transferencia se asocia a peor tasa de gestación y mayor incidencia de aborto. El punto de corte varía según los estudios y de unos centros a otros, pero habitualmente se considera que valores inferiores a 9-11 ng/ml, requieren suplementos de progesterona.
