En la práctica clínica es habitual encontrar parejas que, aun presentando estudios ginecológicos, andrológicos y hormonales normales, no logran concebir. En estos casos, conocidos como casos de infertilidad de origen desconocido o “idiopática”, el estudio de la microbiota endometrial puede ser una herramienta prometedora para abordar el diagnóstico desde una nueva perspectiva.
La microbiota la consideramos cada vez más relevante como un factor clave en el mantenimiento de la salud general y el equilibrio del organismo. Se define como el conjunto de microorganismo, principalmente bacterias, que viven de forma natural en diferentes zonas del cuerpo humano. Entre ellas, el tracto genital femenino, siendo de gran interés el revestimiento interno uterino, que alberga una microbiota específica, cuya alteración podría estar relacionada con fallos de implantación.

A pesar de que durante muchos años se pensó lo contrario, actualmente sabemos que el útero no es un ambiente estéril, sino que presenta un ecosistema bacteriano específico para su funcionalidad. Un ecosistema dominado por Lactobacillus se asocia con mayor tasa de implantación, serían los microorganismos “bueno”, mientras que la presencia de bacterias inadecuadas, “malas”, como Streptococcus o Gardnerella, puede generar un entorno inflamatorio y poco receptivo, afectando al diálogo entre el endometrio y el embrión.
En pacientes con fallos repetidos de implantación, se han observado alteraciones en el perfil microbiológico del endometrio, identificadas mediante estudios de biopsias endometriales diseñadas para el estudio molecular de la microbiota uterina. En estos casos, se suele tratar con antibióticos personalizados según los resultados obtenidos, seguidos de la administración de probióticos por vía oral y/o vaginal.
Por tanto, la respuesta es: sí, es posible que una alteración en la microbiota endometrial contribuya a la infertilidad, al interferir en procesos clave como la receptividad endometrial y la implantación embrionaria. Aunque no en todos los casos se identifica un desequilibrio significativo en la flora endometrial, en un porcentaje de pacientes con infertilidad sin causa aparente, este desequilibrio bacteriano podría estar afectando al entorno uterino. Esto justificaría la introducción del análisis microbiológico como parte del estudio complementario en reproducción asistida.
La corrección de estas alteraciones mediante tratamientos dirigidos podría mejorar las tasas de éxito en técnicas como la fecundación in vitro e ICSI, ofreciendo una alternativa diagnóstica y terapéutica en casos que, hasta ahora, no contaban con una explicación clara ni una estrategia eficaz.
