Esta es una pregunta muy general que debería ser valorada de manera personalizada. De manera general, en primer lugar, hay que valorar cómo han sido los embriones transferidos o si son embriones diagnosticados genéticamente.
Si éstos han sido embriones en estadio de blastocisto y de buena calidad y sobre todo si son embriones euploides (es decir, cromosómicamente normales) , podemos pensar que podría haber algún problema a nivel de la implantación embrionaria.
En segundo lugar, si los embriones transferidos no son de buena calidad, probablemente haya que pensar en un factor ovárico y habría que plantear realizar un diagnóstico genético preimplantacional o, incluso en ocasiones, cambiar los gametos.
Los problemas que más pueden afectar a la implantación son las alteraciones de la coagulación, los problemas uterinos (ya sean anatómicos o anatomopatológicos), el hidrosálpinx y con menos evidencia los problemas inmunológicos.
Por ello, se recomiendo generalmente hacer un análisis de trombofilias y del síndrome antifosfolípidos. Estos incluyen generalmente la proteína C, la proteína S, la actividad de la proteína C, las mutaciones para el Factor V Leyden, para el gen de la protrombina y para la metatetrahidratofolatoreductasa (MTHFR) y los anticuerpos que conforman el síndrome antifosfolípido.
Respecto a los problemas uterinos, se recomienda hacer una histeroscopia con la toma de una biopsia para poder detectar problemas anatómicos como malformaciones uterinas, adherencias, pólipos o miomas y también problemas de endometritis crónica.
La histeroscopia se podría substituir por una ecografía de alta resolución, aunque en ese caso no se podría proceder a realizar una biopsia dirigida. La ecografía nos permitiría detectar también un posible hidrosálpinx.