Numerosos estudios han demostrado que la presencia de un hidrosálpinx está asociada a un pobre resultado cuando realizamos un ciclo de FIV. La tasa de recién nacido vivo se reduce en un 50% con respecto a mujeres que no tienen hidrosálpinx.
Otro gran número de estudios randomizados han demostrado que la salpinguectomía previa a un ciclo de FIV mejora las tasas de embarazo y, por lo tanto, debe ser activamente recomendada por los profesionales.
El motivo por el que esto sucede se debe a que el líquido contenido en el hidrosálpinx puede afectar negativamente al embrión (ser embriotóxico) y también actuar perjudicialmente sobre la receptividad endometrial. Son múltiples los factores que median en este efecto negativo: factores mecánicos, microorganismos, endotoxinas, citoquinas…
Por este motivo, es de vital importancia aconsejar a nuestras pacientes el tomar una actitud quirúrgica previa al ciclo de tratamiento. Preferiblemente la cirugía se realizará por vía laparoscópica, de tipo mínimamente invasiva. Lo más frecuente es que, si se trata de una intervención sin ninguna complicación, nuestra paciente puede irse en el mismo día a su domicilio.
Es indispensable que durante la cirugía no se interrumpan las conexiones vasculares entre útero y ovario, retirando selectivamente la trompa de Falopio. De esta forma minimizamos o neutralizamos el daño sobre el tejido ovárico sano.
