Es difícil dar una respuesta genérica a esta pregunta. Siempre tenemos que individualizar cada caso y no basarnos en protocolos generales ante una situación de este tipo. Cada tratamiento de reproducción asistida y la toma de decisiones clínicas, deben ser fundamentadas según criterio médico.
Cuando estamos realizando un tratamiento de estimulación ovárica controlada de cara a una Fecundación in Vitro (FIV), para la cual la paciente será intervenida en quirófano con el fin de obtener los óvulos que serán microinyectados (ICSI) en el laboratorio, tenemos que observar siempre los signos y síntomas que nuestra paciente pueda presentar. Efectos secundarios frecuentes a corto plazo de una estimulación son los siguientes: hinchazón abdominal, sensibilidad mamaria, cefalea, náusea, etc. Normalmente son efectos secundarios a la medicación leves. Suelen ser “llevaderos” y controlables y desaparecen cuando realizamos la punción de los ovarios.
Si la paciente presenta cualquier otro síntoma que no relacionemos directamente como efecto secundario de la propia medicación del tratamiento, como podría ser fiebre por encima de 37,5ºC, tenemos que evaluar el contexto en profundidad. Es decir, tenemos que interrogar a la paciente para encontrar el “origen” o “foco” de esta fiebre y, por supuesto, examinarla. Preguntaremos sobre signos o síntomas que acompañen a la fiebre como náuseas, vómitos, diarrea, estreñimiento, cefalea, dolor de garganta, etcétera. Una revisión médica general (auscultación, exploración abdominal, exploración de miembros inferiores) y una analítica completa son muy recomendables para obtener toda la información necesaria.
Siempre tenemos que valorar el riesgo frente al beneficio de continuar o no con la estimulación y de llevar a cabo la punción ovárica, teniendo claro que siempre prevalecerá la seguridad y la salud de la paciente frente a los resultados. El éxito de nuestros tratamientos es lograr un embarazo sin olvidar siempre cuidar la salud presente y futura de nuestros pacientes.
