La edad es uno de los factores que más influye en el éxito de la inseminación artificial. Ya no solo por la inseminación artificial en sí o por el número y/o calidad ovocitaria (reserva ovárica), sino también por el endometrio, ya que conseguir el grosor adecuado para que el embrión formado sea capaz de implantar se vuelve más complicado.
A partir de los 35 años, la reserva ovárica disminuye y, por tanto, la probabilidad de que un óvulo sea fecundado por un espermatozoides se ve reducida de forma importante, especialmente a partir de los 40 años.
No se recomienda hacer una inseminación a partir de los 35-37 años, ya que la probabilidad de embarazo es tan baja (menos del 10%) que no merece la pena que la paciente pase por todo el proceso. En estos casos se recomienda directamente una fecundación in vitro.
Los datos estadísticos aquí mostrados no deben utilizarse para implicar o predecir una certeza de resultado para un individuo específico dentro de una población en riesgo.
