Cuando una mujer o pareja recurre a la reproducción asistida, se enfrenta a un cúmulo de emociones y sentimientos hasta ahora desconocidos y que pueden ser difíciles de gestionar: el miedo a lo nuevo, la incertidumbre hasta conocer el resultado del tratamiento, la decepción si este no ha sido exitoso... Sin embargo, el desgaste de un tratamiento de reproducción asistida también es físico por las diferentes visitas a la clínica, los pinchazos que requiere el tratamiento hormonal...
Por otro lado, también es importante mencionar el desgaste económico tras varios tratamientos de fertilidad, puesto que el coste es elevado.
Finalmente, muchos pacientes pasan por su tratamiento reproductivo sin contarlo a familiares y/o amigos. Incluso, puede ocurrir que haya una falta de comunicación en la pareja que lleve a problemas en la relación.