Hace un tiempo se decía que tras la fecundación in vitro debía de realizarse reposo, al menos durante dos días, pues habitualmente las transferencias embrionarias se realizaban en día 3 del desarrollo embrionario, por lo que la implantación embrionaria tenía lugar en aproximadamente dos días. Así, se pensaba que los esfuerzos físicos podrían ser contraproducentes para el proceso de implantación de unos embriones que de forma natural estarían viajando por las trompas de Falopio, mientras que en una FIV quedaban libres en la cavidad uterina.
Con la llegada de las transferencias en día 5, este concepto se ha ido abandonado poco a poco. Sin embargo, todavía existen centros que recomiendan reposo a sus pacientes tras la transferencia, de al menos un día.
En la actualidad existen estudios científicos que demuestran que no es necesario ningún tipo de reposo tras realizar una FIV. De hecho, muchas pacientes internacionales vuelan a sus países de origen el mismo día de la transferencia, sin que eso suponga una disminución de sus probabilidades de embarazo.
De esta forma, una mujer puede reincorporarse a su vida habitual tras la finalización de su Fecundación In Vitro, por supuesto, usando el sentido común y evitando esfuerzos que no son habituales en ella. Por ejemplo, los días posteriores a una FIV, no deben ser utilizados para iniciar actividades para las que la mujer no esté ya entrenada y/o para batir marcas deportivas.