La mayoría de especialistas ellas desaconsejan las relaciones sexuales tras la transferencia, ya sea por producir contracciones uterinas que afectarían a la implantación, por generar un esfuerzo físico que impediría la implantación embrionaria u otras.
Existe también otras corrientes que atribuyen a las relaciones sexuales efectos beneficiosos, por ejemplo por estimular la tolerancia inmunológica necesaria para que el embrión implante tras la transferencia. Son pocos los estudios científicos serios sobre este tema, y, por tanto, tienen escasa evidencia científica.
En general las relaciones sexuales suelen prohibirse en la mayoría de los centros, más que en base a una evidencia científica, en aras de salvaguardar el bienestar psicológico de la pareja en caso de resultado no deseado. Las parejas que presentan abortos o negativos tras las transferencias suelen buscar hechos concretos e incluso culpables a fin de explicar dicho resultado adverso. En muchas ocasiones la sensación de culpabilidad es hacia los miembros de la pareja, lo cual es tremendamente dañino en un proceso de fertilidad.