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El seminograma es un estudio clave en la valoración de la infertilidad de una pareja y fundamental para definir el tratamiento que puede ayudar en la consecución del embarazo.
El estudio seminal básico (seminograma o espermiograma) no sólo valora el número y la movilidad de los espermatozoides, sino que debe estudiar también el volumen, el color, la licuefacción, la viscosidad y el ph del líquido seminal, la presencia de leucocitos en el eyaculado o la morfología de los espermatozoides.
Debe entenderse que la muestra seminal en un eyaculado no sólo contiene células procedentes de los testículos, también hay líquido procedente de las vesículas seminales y la próstata, y que alteraciones a estos dos niveles pueden producir alteraciones en las características físicas y químicas de la muestra.
Uno de los aspectos importantes a valorar en el estudio seminal básico es la morfología espermática, es decir, el aspecto de los espermatozoides y, porcentualmente, el número de células que son anormales. Si este porcentaje es superior al 96% lo cual implica que hay menos de un 4% de células normales, en el caso de infertilidad, el tratamiento recomendado es una fecundación in vitro con microinyección espermática.
El cáncer de cérvix sigue siendo uno de los cánceres más frecuentes en la mujer a nivel mundial, produciéndose la mayoría de los fallecimientos (hasta el 90% de los mismos) en países con bajo nivel socioeconómico.
El cérvix es la parte más baja del útero y está compuesto por diferentes tipos de células: las que recubren el canal endocervical y las que recubren el cérvix en la zona intravaginal. Es en la frontera de estos dos epitelios, la llamada zona de transformación, donde se originan casi todos los carcinomas cervicales. Sin embargo, el cérvix puede ser invadido por otras lesiones cancerosas por invasión de tumores que tienen su origen en localizaciones próximas como la mucosa que reviste el útero, la vagina o recto, por ejemplo.
No obstante, el cáncer cervical primario, es decir, el cáncer que tiene su origen en el cérvix uterino es un tipo de cáncer que está asociado a la persistencia a largo plazo de una infección por uno de los 15 tipos de alto riesgo de virus del papiloma humano (acrónimo en español: VPH; acrónimo en inglés HPV).
El virus del papiloma humano se transmite con facilidad y se estima que hasta el 80% de las mujeres pueden contagiarse con uno de los tipos de VPH de alto riesgo. Sin embargo, también se sabe que no todas las mujeres que adquieren una infección de estas características desarrollarán un cáncer uterino ya que sólo en un caso de cada 10 la infección se convierte en permanente y acabará dando lugar al desarrollo de lesiones precancerosas, que, detectadas a tiempo, pueden ser tratadas y evitar la progresión de la enfermedad hasta el cáncer cervical.
El Síndrome del Ovario Poliquístico (SOP como acrónimo en español o PCOS en inglés) sigue siendo, a día de hoy, una patología hormonal con muchas incógnitas en cuanto a su origen y su expresión clínica y una de las causas hormonales más frecuentes de infertilidad.
El SOP es una patología hormonal englobada dentro de los hiperandrogenismos y causada por un desbalance hormonal en la secreción de gonadotropinas (FSH y LH), hormonas masculinas y se puede asociar resistencia a la acción de la insulina.
La congelación de tejido ovárico forma parte de las técnicas de preservación de la fertilidad que están disponibles en el momento actual para aquellas mujeres que, ante tratamientos oncológicos o quirúrgicos, puedan poner en riesgo su capacidad reproductiva.
El procedimiento consiste en la extracción mediante cirugía de la capa más superficial de uno de los ovarios, y la conservación en nitrógeno líquido con medios protectores celulares. Una vez superado el proceso oncológico o quirúrgico, ese fragmento de ovario se volverá a colocar en el lugar del que se extrajo.
En el momento actual, la rapidez en la programación de ciclos de estimulación ovárica para la obtención de ovocitos para su criopreservación hace que la preservación de tejido ovárico quede relegada para aquellos casos en que debe aplicarse el tratamiento oncológico/quirúrgico de manera inmediata, cuando las pacientes son niñas que aún no han tenido la primera menstruación o en aquellas pacientes con patologías en que está contraindicada la estimulación ovárica para obtener ovocitos.
El embarazo es un estado natural en el que un nuevo ser se genera, crece y madura en el interior de una mujer. Aunque fisiológica, la gestación implica una sobrecarga para todas las estructuras de una embarazada y, a pesar de que el organismo tiene una capacidad asombrosa para adaptarse a esta nueva situación, hay patologías que pueden aparecer y con las que el médico obstetra puede recomendar algún tipo de reposo físico.
El reposo absoluto es un reposo total, la ausencia de actividad física e implica un reposo en cama.
El reposo relativo no es una medida tan drástica pero sí que implica reducir de manera notable los movimientos y esfuerzos. Aunque no es una indicación de inmovilidad absoluta, la embarazada debe asumir que todo aquello que suponga hacer fuerza debe ser evitado.
La duración en ambos casos puede ser variable y sólo bajo prescripción médica puede reanudarse una vida cotidiana normal.
Una de las características diferenciales en la producción de células sexuales entre hombres y mujeres es que, si bien en el sexo femenino se nace con un número determinado de células que se van agotando a lo largo de los años, los varones producen espermatozoides diariamente a partir de la pubertad. Esto, junto al hecho de que los órganos reproductores masculinos se encuentren fuera de la pelvis, determina los factores que pueden repercutir en la calidad de una muestra seminal.
Por una parte, la localización de los testículos fuera del propio organismo hace que su temperatura esté por debajo de la temperatura del resto del cuerpo y esta disminución es determinante en la producción de espermatozoides y la movilidad de los mismos.
Aquellos factores que puedan incrementar la temperatura testicular, como la presencia de varices a este nivel, la obesidad, el empleo de ropa interior muy ajustada, una actividad profesional que implique pasar mucho tiempo sentado o incluso determinados deportes, como el ciclismo, van a tener un impacto negativo sobre la calidad seminal.
Por otra parte, está la producción diaria de células espermáticas e implica que factores externos que puedan afectar al varón en un momento puntual van a interferir en el proceso de maduración de los espermatozoides en una determinada etapa. Esta es la razón por la que un solo estudio seminal no es suficiente para establecer el diagnóstico de un factor masculino, ya que debe confirmarse con un segundo estudio que debe demorarse entre mes y medio y dos meses.
La exposición a contaminantes ambientales (pesticidas, fertilizantes, disolventes entre otros), el consumo de tóxicos o incluso el estrés, pueden tener un efecto negativo en la calidad seminal.
La incapacidad para el depósito espermático en la vagina durante las relaciones sexuales ha sido, tradicionalmente, una de las causas absolutas de infertilidad.
Hasta la introducción de las técnicas de reproducción asistida más complejas, la única opción que se podía contemplar era el empleo de una muestra seminal de donante.
Con el desarrollo de las técnicas de fecundación in vitro (FIV), y sobre todo con la inseminación ovocitaria mediante microinyección espermática (ICSI), la posibilidad de concebir con un número escaso de espermatozoides es factible.
En pacientes que sufren impotencia que no es subsidiaria de un tratamiento médico andrológico ni psicológico, se puede realizar una aspiración epididimaria o una biopsia testicular.
La aspiración epididimaria consiste en la extracción mediante anestesia local de los espermatozoides que quedan almacenados en el epidídimo, depósito donde adquieren la capacidad de movilidad tras haber sido generados en los conductos seminíferos.
La biopsia se reserva en casos de aspiración epididimaria con resultado negativo y se requiera acceder a espermatozoides maduros directamente del tejido testicular. Aunque puede realizarse con anestesia local, puede realizarse también con sedación anestésica, lo cual permite realizar el procedimiento en diferentes puntos o en ambos testículos.
Una de las vías de transmisión del virus de inmunodeficiencia humana es la sexual y, efectivamente, la muestra seminal de un varón VIH+ pueden contener una carga viral que permita la infección de su pareja.
El lavado seminal es una técnica de laboratorio que se aplica a las parejas en las que el varón puede estar afectado por una infección por VIH y también por virus de hepatitis B o C, Se basa en el hecho de que los virus se localizan en el plasma seminal y en las células no espermáticas, pero no en los espermatozoides.
Cuando se separan los espermatozoides de ambos componentes seminales tenemos la seguridad de que el riesgo de transmisión vírica se ha reducido al máximo y esto se constata con la determinación de la carga viral negativa en la muestra tratada en el laboratorio, que será la que se utilice para la técnica de reproducción asistida.
La obesidad ha demostrado disminuir la fertilidad espontánea de una pareja por alteración del factor masculino, es decir, de la calidad seminal y también por alteración de la función ovárica.
Además, las tasas de gestación tras tratamientos de reproducción asistida también están reducidas cuando este factor (la obesidad) está presente.
Probablemente sea el factor femenino el que con más intensidad de se vea afectado por un IMC elevado, ya que se inducen alteraciones en el ciclo ovárico que conllevan disfunciones ovulatorias y, además, un mayor número de abortos espontáneos.
Aunque no hay un criterio estandarizado, se considera que un IMC en la mujer igual o superior a 32 kg/m2 puede interferir en la consecución de una gestación.
El útero infantil constituye una anomalía congénita del tracto genital femenino incluido en el grupo U1 de la clasificación de la sociedad europea de reproducción y embriología (ESHRE) y la sociedad europea de endoscopia ginecológica (ESGE). Este grupo al que pertenece es el llamado útero dismórfico y, en particular el útero infantil, se define como un útero con una cavidad uterina estrecha, pero sin engrosamiento de las paredes laterales y una correlación 1/3 de cuerpo uterino y 2/3 de cérvix.
Cabe diferenciarlo del útero hipoplásico o “matriz infantil” que incluiría aquellos casos de útero de menor tamaño. En cualquiera de los dos casos, las posibilidades de gestación se mantienen intactas porque en el caso del útero infantil de la clasificación ESHRE/ESGE, la cavidad uterina está configurada por un tejido sano sin áreas de fibrosis, y porque en el caso del útero hipoplásico, éste debe ser considerado una variante de la normalidad.
Se define la menopausia como la ausencia de menstruación durante al menos un año, y ésta es una situación que suele darse en nuestro medio alrededor de los 51-52 años de edad. Hablamos de menopausia precoz cuando ésta se produce antes de los 40 años.
Aunque la menopausia es la consecuencia final de un fallo ovárico funcional, y por tanto cabe esperar que se sucedan en el tiempo, podría darse la paradoja de que exista el fallo ovárico pero que aún sigan produciéndose menstruaciones con una cierta regularidad. Es lo que llamamos fallo ovárico oculto.
Por lo tanto, aunque relacionados, no pueden confundirse ambos conceptos dado que la definición de menopausia es muy específica y concreta.