Cuando la embarazada rompe aguas, deberá acudir lo antes posible al hospital. Esta es una señal de que el trabajo de parto va a comenzar y, por ello, el especialista llevará a cabo diversas evaluaciones, tales como la medición de signos vitales, examen físico, monitoreo del feto, revisión de análisis clínicos y exámenes previos, seguido finalmente de una valoración del riesgo.
En términos generales, se prefiere no hospitalizar a aquellas pacientes que no se encuentren en la fase activa del parto, es decir, que no presenten actividad uterina regular, un borramiento cervical superior al 50% y una dilatación de al menos 3 cm desde una perspectiva ginecológica.
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Por Neus Ferrando (embrióloga) y Marta Barranquero Gómez (embrióloga).
Última actualización: 12/12/2023