En condiciones normales, el sistema inmunitario de los humanos tienen un sofisticado mecanismo de acción por el cual se detectan los cuerpos extraños que provienen del exterior y que son susceptibles de poner en peligro al humano.
Sin embargo, en ciertas mujeres este sistema se encuentra alterado al detectar los espermatozoides como un agente invasor. Es por ellos que estas mujeres generan unas moléculas, llamadas anticuerpos, que reconocen la presencia de espermatozoides y avisan al sistema inmunitario para que éstos sean eliminados.
La presencia de estos anticuerpos antiespermatozoides suelen ser detectados en el cérvix de la mujer y se concentra en el moco. De esta manera, los espermatozoides son aniquilados a su paso por el canal cervical. Esto puede ser un problema de infertilidad secundaria femenina, al no conseguir que las células masculinas sobrepasen esta barrera y lleguen al óvulo.
Para detectar que una mujer tiene anticuerpos antiespermatozoides, se debe realizar el examen postcoital (EPC). En este examen, el moco cervical es examinado y se detecta la presencia de espermatozoides vivos o muertas tras una relación sexual entre la pareja que se sospecha la infertilidad.
Si el diagnóstico es confirmado, la pareja puede realizar un tratamiento de inseminación artificial, en el cual los espermatozoides son colocado en el interior de la cavidad uterina. De esta forma se evita el paso por el moco cervical hostil.