La hormona antimülleriana (AMH) tiene un papel muy importante en la diferenciación sexual del feto, la cual empieza sobre la semana 8 de desarrollo embriofetal.
En concreto, la AMH se sintetiza en la gónada del feto de sexo masculino y su función consiste en evitar el desarrollo de los conductos de Müller. Estas son las estructuras que originan el útero y las trompas en el sexo femenino. En contra, se desarrollan los conductos de Wolff con la presencia de andrógenos, dando lugar al epidídimo, conductos deferentes y vesículas seminales del aparato reproductor masculino.
En los fetos de sexo femenino, la ausencia de la AMH permite el desarrollo de los conductos de Müller que finalmente se convierten en el útero y las trompas de Falopio.
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Por Dra. Blanca Paraíso (ginecóloga), Cristina Romero Roncero (embrióloga), Dra. Elena Santiago Romero (ginecóloga), Dra. Rut Gómez de Segura (ginecóloga) y Zaira Salvador (embrióloga).
Última actualización: 09/02/2018