La transferencia de un único embrión en tratamientos de fecundación in vitro pretende evitar los embarazos múltiples

Por (embrióloga).
Actualizado el 02/12/2009

Desde que el 25 de Julio de 1978 naciera la primera niña probeta, la británica Louise Brown, han nacido más de 3,5 millones de niños gracias a técnicas de reproducción asistida y todavía existe un reto por superar, se sigue investigando cómo seleccionar al embrión que mayor potencial de implantación tenga para así evitar transferencias de más de un embrión y con ello evitar embarazos múltiples.

Tras años de investigación, aunque ha habido avances en reproducción asistida y se han mejorado mucho las tasas de éxito, todavía no se ha descubierto ningún método no invasivo, sin riesgo para el embrión, que permita seleccionar los embriones que implantarán en el útero materno. No quiere decir que no se hayan conseguido logros en cuanto a partos múltiples se refiere ya que en embarazos de trillizos las cifras han disminuido de un 4% en el año 2000 a un 1,7% en el 2006 según la Sociedad Española de Fertilidad (SEF). Aún así la cifra general sigue siendo alta, un 30%, lo que supone mayores complicaciones médicas para la madre y el bebé que puede nacer prematuro o con bajo peso>.

Según la SEF en el año 2006 en el 64% de los ciclos de FIV realizados en España se transfirieron 2 embriones. Esto se debe a que la mayoría de laboratorios de fecundación in vitro seleccionan para transferir varios embriones con las mejores características morfológicas con la finalidad de que al menos uno implante en el útero. En España la ley fija un máximo de 3 embriones a transferir aunque lo habitual es transferir 2.

La selección de embriones se realiza mediante criterios morfológicos como: ritmo de división, morfología de las blastómeras, fragmentación y multinucleación. Existen determinados casos dónde el laboratorio de FIV selecciona los embriones mediante procedimientos invasivos para el embrión y que tienen sus inconvenientes además de ser caros para la pareja, entre ellos el Diagnóstico genético preimplantacional (DGP) que se realiza para evitar enfermedades de carácter genético y dónde una mano poco experimentada podría lesionar al embrión, según apunta Antonio Pellicer, codirector del IVI.

Por eso se cree que la clave y el futuro está en la metabolómica, procedimiento no invasivo que consiste en el estudio y análisis de los metabolitos del embrión, sustancias que consumen y expulsan al medio donde están en cultivo. Esta información se obtendría de las gotas de cultivo y con ella se podrían determinar los embriones más ”fuertes y sanos” y con mayor capacidad de implantación. La empresa estadounidense Molecular Biometrics está volcada en esta tarea, tiene en marcha varios ensayos clínicos entre los que participa el Instituto Dexeus y el IVI. En España la empresa Embryomics, también apuesta por este camino y está muy cerca de identificar embriones con alteraciones genéticas como en síndrome de Down.

Según Carlos Simón, responsable de la fundación IVI, el éxito de estos estudios podría suponer un aumento del 60 al 90% en las tasas de éxito en FIV, sin olvidar que el 10% restante correspondería a la receptividad endometrial de la madre.

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Bibliografía

Autor

 Laura Garrido
Laura Garrido
Embrióloga
Licenciada en Biotecnología por la Universidad Pablo de Olavide (UPO), con Máster Universitario en Biotecnología de la Reproducción Humana Asistida por la Universidad de Valencia (UV) y el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI). Experiencia en laboratorios de FIV, andrología y análisis general. Embrióloga especialista en reproducción asistida. Más sobre Laura Garrido

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