Atención temprana

La Atención Temprana ofrece un apoyo a las familias y un servicio de estimulación para niños/as con algún trastorno (Parálisis cerebral, Síndrome de Down, Trastornos generalizados del Desarrollo, baja audición, sordera, baja visión, ceguera, etc.) o con riesgo de padecerlo (prematuridad, bajo peso al nacer, etc.).

Se extiende a niños entre 0 y 6 años, es a estas edades cuando la plasticidad del cerebro nos permite lograr los más óptimos y rápidos resultados.

¿A qué edad se debe empezar?

Depende de cada caso. Existen niños/as con ciertas características biológicas que necesitan ayuda desde el nacimiento, como podría ser un niño sin reflejo de succión, bebés para los que sería recomendable comenzar durante el primer mes de vida por considerarse de riesgo (sería el caso de los niños prematuros o aquellos de bajo peso al nacer), y niños/as que comienzan la estimulación cuando su familia descubre que existe un retraso en alguna de las áreas de desarrollo.

Atención temprana de niños

¿Cómo se interviene?

A través del juego y del refuerzo positivo. En primer lugar se realiza una evaluación para averiguar la etapa evolutiva en la que se encuentra, y se marcan unos objetivos a corto y largo plazo. Posteriormente se elaboran una serie de juegos y actividades adecuadas para la estimulación y consecución de los objetivos marcados y los ponemos en práctica con el niño/a y sus padres. Es muy importante que los padres aprendan a jugar, ya que son los que disponen de más tiempo de disfrute con los niños/as

¿Cuál es el papel de la familia?

La familia es la que realmente realiza la intervención. El papel del especialista se centra en la evaluación inicial, la revisión de la consecución de los objetivos y la facilitación de recursos a madres/padres. El especialista en Atención Temprana guía a la familia en el proceso de intervención.

Sabemos que se pueden obtener muy buenos resultados, pero las madres/padres deben de ser también conscientes de ello, de modo que logremos una implicación total por su parte.

Es por este motivo por lo que una labor esencial en Atención Temprana es la de formar a los padres, ya que son ellos los que tienen la opción de observar cuál es el mejor momento para el juego, y además pueden aplicarlas a situaciones de la vida diaria como el cambio de pañal, la hora del baño, la comida, etc.

¿Qué se pretende lograr a través de la Atención Temprana?

Se pretende un desarrollo integral del niño: psicomotriz, cognitivo y del lenguaje, y se lleva a cabo a través del juego.

Se trata de lograr que nuestros bebés sean personas despiertas y curiosas; la curiosidad y el conocimiento del medio que nos rodea nos ayudan a aprender por nosotros mismos, nos convierte en personas hábiles y autónomas.

Dudas frecuentes en atención temprana

Preguntas de los usuarios

¿Sabré cuando el niño necesita ayuda?

Cada niño tiene su propio ritmo, cada niño se desarrolla en un contexto diferente. De todos modos existen escalas de desarrollo de todas las editoriales y de muy diversos autores que hoy en día están a la venta en cualquier librería, no sólo en las especializadas. Incluso en los centros de salud nos facilitan material impreso sobre ello.

A edades tempranas, un retraso de 6 meses en la consecución de algún objetivo es recomendable consultarlo a algún especialista en atención temprana. El hecho de no caminar a los 18 meses, no decir ninguna palabra a los 2 años o que su lenguaje no sea totalmente comprensible a los 3 años no se tiene por qué considerar un motivo de alarma, pero sí una razón de consulta. Es cierto que no todos tenemos el mismo ritmo, pero siempre nos gusta que alguien nos ayude cuando nos cuesta trabajo.

¿Es cierto que puedo sobreestimular a mi hija/o?

Es muy difícil llegar a sobreestimular a un niño/a, para ello tendríamos que ofrecerle un estímulo sin respetar sus señales de rechazo. Cuando un bebé no quiere mirar algo, escuchar un estímulo o realizar alguna actividad nos lo indica apartándose o llorando; debemos respetarlo y parar, ya que si ignoramos sus deseos lo estaremos exponiendo a una situación de estrés y no lograremos nuestro objetivo, esperaremos a que esté preparada/o y lo intentaremos en otro momento.

¿Qué es el déficit de atención?, ¿y la hiperactividad?

La atención es una habilidad más que adquirimos a lo largo de nuestro desarrollo. El déficit de atención es una condición biológica que consiste en que la persona no puede regular sus niveles de atención ante una tarea.

Existen dos tipos:

• El déficit de atención con hiperactividad, donde los niveles de atención sostenida son bajos lo que provoca que a estos niños les distraiga cualquier estímulo por pequeño que sea, por lo que no pueden estarse quietos haciendo cualquier tarea.
• El déficit de atención sin hiperactividad (inatentos), en este caso los niveles deficitarios son en calidad atencional, lo que provoca que al niño le cueste distinguir los estímulos principales de los secundarios.

No se muestran indicadores hasta la edad de tres años y no es posible ofrecer un diagnóstico fiable hasta los cinco años de vida. En todo caso existen actividades que estimulan la atención desde el nacimiento.

Niños con déficit de atención

¿Puede ser feliz mi hijo/a?

Es muy común que los padres y madres nos hagamos esta pregunta cuando nuestro hijo/a nace con algún tipo de trastorno o se desarrolla a lo largo de su vida. La respuesta es siempre SÍ, pero tenemos que aprender nosotros como padres a ser felices y les tenemos que enseñar a ellos. El primer paso es siempre la aceptación, y posteriormente la adaptación a una situación nueva y diferente. Debemos de enseñar a nuestros hijos/as qué es lo que les ocurre, cuales son los inconvenientes y, muy especialmente, los beneficios que puede obtener de su situación.

¿Cuál es la mejor edad para explicarle a nuestro/a hijo qué le sucede?

Cuanto antes. Lo importante es tratar la situación con naturalidad y sin dramatismo. Los niños/as desde muy pequeños/as aprecian las diferencias, y surgen las preguntas en cuanto se desarrolla su lenguaje. Nunca debemos evitar sus preguntas, ya que necesitan comprender cuál es su situación para adaptarse a ella con rapidez y naturalidad, comprender por qué son diferentes pero igualmente válidos.