Engañar al reloj biológico y decidir cuándo ser madre

Por (embrióloga).
Actualizado el 07/01/2015

Mediante los avances de la reproducción asistida es viable tener un hijo a los 40 años con las mismas posibilidades de embarazo y riesgos asociados a una edad mucho más temprana, como por ejemplo 30 años de edad. De esta forma de puede postergar la maternidad sin las complicaciones que esto conlleva.

A continuación tienes un índice con los 3 puntos que vamos a tratar en este artículo.

La técnica de reproducción asistida que permite este milagro, es la vitrificación de ovocitos. Las mujeres que desean ser madres en un futuro pueden congelar sus óvulos. De forma que éstos mantienen las condiciones intactas y años más tarde, cuando deseen ser madres, los utilizan en tratamientos de fertilidad.

Retrasar la maternidad

El principal inconveniente de retrasar la maternidad es que es más difícil conseguir el embarazo. A partir de los 35 años es mucho más complicado que una mujer pueda quedar embarazada de forma natural. Por lo que debe recurrir a la reproducción asistida y cada año que pasa es más complicado lograr la concepción.

Muchas mujeres en España tienen claro que desean ser madres, pero en un futuro, las principales razones para retrasar el embarazo son:

  • Mejorar en su carrera profesional.
  • Aumentar su estabilidad económica.
  • Encontar a la pareja idónea con la que crear una familia.

Congelar óvulos

Gracias a la vitrificación de ovocitos es posible detener el tiempo en los óvulos, de forma que independientemente de la edad de la mujer, sus óvulos se mantienen en las mismas condiciones del momento que los congeló.

Las clínicas españolas intentan concienciar a las mujeres para que realicen esta técnica. No existe una edad límite para preservar, pero lo idóneo es cuando la mujer tiene una buena fertilidad, generalmente los 30 años es una buena edad para preservar los óvulos.

Con la vitrificación se evita tener que recurrir en un futuro a la donación de óvulos, que supone un mayor gasto económico y además implica que la mujer no trasmite sus genes a su descendencia.

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Autor

 Cristina Mestre
Cristina Mestre
Embrióloga
Licenciada en Ciencias Biológicas, Genética y Reproducción Humana por la Universidad de Valencia (UV). Máster Universitario en Biotecnología de la Reproducción Humana Asistida por la UV con el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI). Embrióloga en IVI Barcelona. Más sobre Cristina Mestre

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