La revista Stroke ha publicado una investigación realizada en base a datos de hospitales entre los años 1994 y 2007, según la cual la tasa de ictus se ve significativamente incrementada tanto en mujeres embarazadas como en las que acaban de dar a luz durante este período.
Como en la mayoría de los casos, una situación de partida saludable suele contribuir a minimizar los riesgos. Cuando la mujer embarazada goza de buena salud los riesgos de accidente cerebrovascular suelen ser más bajos. Esto sin embargo no es la tónica habitual, la mayor parte de mujeres en estado padecen algún factor de riesgo como puede ser diabetes, enfermedades cardíacas congénitas, obesidad, hipertensión crónica, etc. El embarazo es además un factor de riesgo en sí mismo de modo que en definitiva el riesgo de ictus puede llegar incluso a duplicarse.
En la investigación llevada a cabo se tomó información de una base de datos nacional en la que figuraban datos de 1000 hospitales. Se comparaban ingresos de mujeres por accidente cerebrovascular clasificados según estuviesen las pacientes embarazadas, de parto o bien con un bebé recién nacido.
Los resultados son alarmantes ya que la tasa de hospitalización de mujeres embarazadas se ve incrementada en un 47% y en un 83% la de mujeres que dieron a luz en los últimos 3 meses. El rango de edad con mayor riesgo resultó ser el de mujeres entre 25 y 34 años. Del mismo modo, los datos de presión arterial se ven también incrementados. En 2007, de entre las pacientes que habían sufrido un accidente cerebrovascular, la presión era alta en un 17% de las embarazadas (vs. 11.3% en 1994), en un 28,5% de las que estaban de parto o muy próximo (vs. 23.4% en 1994); y 40,9% de las mujeres en el posparto (vs.27.8% en 1994).
La principal autora del estudio, Elena V. Kuklima, epidemióloga del Centro para el Control de Enfermedades de Atlanta, manifiesta su alarma a la vista de estos resultados y pone de manifiesto que urge realizar nuevos estudios que ayuden a entender y poner medidas frente a estos resultados.
En la mayor parte de los ensayos clínicos las embarazadas no están incluídas por los riesgos que pueden suponer los fármacos para el desarrollo del bebé de modo que los especialistas carecen de orientación sobre el tratamiento más adecuado en caso de embarazadas y sería necesario realizar una investigación específica al respecto. Mientras tanto se impone un seguimiento multidisciplinar de la embarazada antes y después del parto para que las directrices sean las adecuadas, evitando factores de riesgo adicionales.
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