Este es un titular recurrente en las últimas décadas y sin embargo, pocas veces real. La anticoncepción masculina es la asignatura pendiente de las grandes industrias farmacéuticas y las razones son múltiples, la inversión necesaria, la competencia con el anticonceptivo femenino y los efectos adversos en el hombre que la mayor parte de fármacos provocan y todavía no se han conseguido superar.
Hasta ahora, las investigaciones han seguido dos líneas diferentes. Por un lado, los métodos hormonales en apariencia tema relativamente avanzado ya que estos fármacos están comercializados. El problema es que puesto que el uso que se hace de éstos es diferente, requiere de ensayos clínicos que demuestren su seguridad en uso anticonceptivo y consecuentemente, una gran inversión en ello.
Existe la certeza de que determinadas funciones en el hombre se verían alteradas con el consumo de estos anticonceptivos. En un plazo breve los efectos serían semejantes a la anticoncepción femenina, retención de líquidos, aumento de peso, problemas de acné, etc. El problema es que, en el largo plazo, se desconoce qué efectos pudieran tener. El Doctor Hernández, jefe de urología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, apunta además que la testosterona interfiere en otras muchas funciones del hombre como son la erección y el apetito sexual y, a día de hoy, se desconoce cómo controlar la fertilidad sin que dichas funciones se vean afectadas.
La otra vía de investigación serían los métodos no hormonales que pasaría por anular la producción espermática o inhibir sus funciones. Todos los fármacos que se han experimentado en este terreno no han pasado del laboratorio. Es necesario conocer exactamente el mecanismo de acción para conseguir que sus efectos se limiten al área testicular y no tengan repercusiones en el resto del cuerpo.
Un ejemplo de ello es una molécula que inhibe la vitamina A en los testículos y por lo tanto, la formación de espermatozoides. Su resultado en ratones ha sido satisfactorio pero la empresa farmaceútica Bristol – Myers lo ha descartado por considerarse tóxico y por consiguiente, arriesgado para su uso en humanos.
Parece que esta lucha contra el óvulo es larga y dificultosa. El gran peso de la anticoncepción sigue recayendo en la mujer, al hombre queda relegado el uso del preservativo o bien la vasectomía. Parte de la culpa parece radicar en las dudas que su interés pueda generar en el público objetivo ya que son muchos los que piensan que será un producto con escasa aceptación entre los varones.
Por difícil que resulte creerlo existe todavía la sensación de que un embarazo no deseado es más problema de la madre que del padre y de ahí, las dudas sobre su aceptación...
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