Un grupo de científicos del Miriam Hospital de Providence, del Centro de Comportamiento y la Medicina Preventiva detectan que las mujeres nacidas de gestantes fumadoras, presentan unos niveles más elevados de cortisol en sangre, conocida como la hormona del estrés, y tienen mayor tendencia a ser fumadoras en la etapa adulta.
El tabaco incide negativamente en la formación del feto, como un bajo peso al nacer, parece que existe un riesgo mayor de síndrome de muerte súbita del lactante o una mayor tasa de desarrollar trastorno de déficit de atención. Pese a estos riesgos, el 13-30% de las embarazadas continúan fumando durante el embarazo según una estimación estadounidense.
Un estudio publicado en la revista “Biological Psychiatry” proporciona una evidencia de que el tabaquismo materno y los niveles de estrés provocan una sinergia incrementando la adicción a la nicotina en los hijos de mujeres que fuman durante la gestación.
La autora de la investigación, Laura Stroud, indica que los resultados “presentan un importante problema de salud pública” pues el estrés suele asociarse a las personas que fuman, y ambas variables disparan las hormonas en las niñas nacidas de las gestantes fumadoras.
El tabaco aumenta los niveles de cortisol y testosterona que pasan al feto
El estudio tomó datos de un gran proyecto nacional iniciado en 1959 que recogía análisis de testosterona y cortisol de 1.086 madres con distintos niveles de consumo de tabaco. Sus hijos 649 mujeres y 437 varones fueron entrevistados y consultados por su consumo de tabaco.
Los resultados muestran que las niñas nacidas de madres fumadoras tenían una mayor tasa de dependencia de la nicotina en su etapa adulta, en cambio no hubo una relación entre la exposición incrementada de testosterona prenatal, que se encontraba en las mujeres embarazadas, y un mayor consumo de tabaco de los varones nacidos de ellas.
Las niñas están más expuestas a la adicción
El motivo de estas diferencias en el aumento de la adicción según el sexo del bebé queda por ser esclarecida, aunque apunta a una regulación distinta del trasiego de hormonas del estrés a través de la placenta debido a las diferencias sexuales de los fetos así como a los cambios en la adaptación de las exposiciones ambientales prenatales.
Por último, los investigadores señalan que la nicotina y el cortisol pueden afectar de modo distinto al desarrollo del cerebro masculino y femenino fetal. El hecho del hallazgo de una mayor probabilidad de fumar de las hijas de madres fumadoras da pie a un preocupante ciclo de transmisión intergeneracional de la adicción a la nicotina.
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